Me dirigí al colegio y cada paso que daba era más agotador cada vez; las piernas me temblaban, sentía algo atrás de mí, giré rápidamente pero no había nada ni nadie, por lo menos no para mis ojos; llegué a mi colegio y en el salón 102 me quedé, mi salón, no tenía ganas de ver la luz y desde este no se veía nada cercano a ella; algo en mi estaba llamando a alguien con demasiada fuerza pero no entendía, no sabía que ni a quien llamaba; cuando sentí un pequeño ardor en todo mi cuerpo, empezando de la punta de mis pies y terminando en la coronilla de mi cabeza; ahora, me sentía más completa, y aunque estuviese confundida algo desde el fondo de mi cabeza me decía que todo estaba perfecto; pero a cambio mi corazón ardía en fuego intenso, no de pasión, de dolor; todo daba vueltas en mi cabeza, no me podía concentrar, algo andaba mal; y no sabía a simple vista lo que ocurría con cada parte de mi cuerpo; me atemorizaba algo, silenciosamente, algo me sofocaba, me hacía un nudo en la garganta; pero tampoco encontraba saber que era; ni yo me entendía, ahora me preguntaba si loca me estaba volviendo.
Repentinamente alguien en voz baja habló a mi oído; no alcanzaba a oír que decía, solo escuchaba mi nombre en lejanía; -"Hooland, Hooland"– Pronunciaban lentamente; giraba hacia todo lado mi cabeza tratando de encontrar al dueño de aquella voz, esforzando mis ojos a ver lo que no podían ver; me exalté, estaba asustada y todos en el salón me veían extraño por aquella expresión en mi rostro; no les prestaba atención, simplemente seguía tratando de escuchar el resto de la oración que vocalizaba lentamente la pequeña voz y ver quién era el dueño de esta; salí corriendo de allí con esa voz aún cerca a mi; - Pero ¿Cómo?, ¿Cómo podía seguir escuchando esta voz?; fue cuando entendía que la voz venía de mi; seguí tratando de “oírme” hasta que descubrí cada palabra, pronunciaban lentamente una pequeña frase; “- Hooland, Hooland, ya estoy contigo, no te preocupes, no te asustes, ya nada pasará.” -¿Qué es esto, cómo así, quién está conmigo, qué ocurre? – Gritaba para mis adentros mientras sujetaba mi cabeza fuertemente; no lo entendía, no entendía nada de lo que me ocurría, ni porque necesitaba a alguien conmigo; quería entender por qué y quien estaba conmigo no sé donde, pero no obtenía respuesta alguna de mi sentido común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario